Hace unos días estuvimos en Madrid para probar el»Detroit: Become Human» por primera vez. El evento duró toda la mañana y pudimos conocer de primera mano a Adam Williams, el Lead Writer (el jefe de guión) del juego y probar durante unas horas este juego que es uno de los exclusivos de PlayStation 4 más esperados de los últimos tiempos.
Adam Williams nos comentó lo que muchos sospechábamos, y es que las decisiones en el juego serán constantes y éstas influirán en la forma en la que se desarrolle la historia, pudiendo acabar de muchas formas diferentes. Incluso podremos hacer guardados para rejugar aquellas partes en las que no hayamos quedado satisfechos con la forma de resolverse el problema. Es decir, la rejugabilidad de «Detroit: Become Human» va a ser uno de sus puntos fuertes.
Algo que me sorprendió muchísimo fue la representación de los personajes principales, los cuales han sido recreados a través de la captura de movimiento, una técnica en la que Andy Serkis (Gollum en el Señor de los Anillos) es un experto y un referente mundial.
Los gestos, la forma de andar, de moverse, las expresiones de la cara, etc. En todo esto el juego es increíble, y en más de una ocasión no sabréis si os estáis moviendo vosotros o si es una cinemática, porque incluso el subir una escalera está representado con la tecnología de captura de movimiento y es tremendamente real.
Si algo desentona en todo esto es que lo bien hechos que están los personajes protagonistas no acaba de encajar con el resto de personas o escenarios. Si nos fijamos exclusivamente en Markus (uno de los tres protagonistas) en los primeros compases del juego vemos como él está recreado con una tecnología digna del futuro, con una expresividad y un detalle increíble y cuando miramos al dependiente que nos atiende o al chico que espera el autobus con nosotros (personajes sin importancia y a los que apenas les han dedicado tiempo) nos damos cuenta que desentonan en la escena.
Si nos ceñimos exclusivamente en los protagonistas, el juego en cuanto a gráficos es brillante, pero en cuanto miramos lo que nos rodea nos damos cuenta de que es un juego más de esta poco potente «Next Gen».
Lo que más me gustó de lo que pude probar del «Detroit: Become Human» fue la historia, en la que se plantéa el moderno debate de si las máquinas el día de mañana llegarán a sentir y pensar como seres humanos, hasta el punto en que se sientan como esclavos en sus trabajos de servientes.
La propuesta de David Cage nos presenta a tres protagonistas que son Connor (detective androide súper avanzado), Markus (androide rebelde con fuertes sentimientos de libertad) y Kara (androide que se debate entre la libertad y el amor por los humanos), y gracias a que cada uno de ellos es muy diferente al resto, podremos vivir tres puntos de vista muy distintos.
Connor ha sido creado por y para capturar androides rebeldes, así que nos pondremos en la piel de un ser que busca y caza a los suyos, con los problemas y dilemas morales que ello representa. Markus es un amante de la libertad que puede llegar a enseñarnos el lado más crudo de la guerra en su cruzada. Y Kara representa la mezcla perfecta de grises entre los que quieren liberarse pero no por ello quieren destruir a los demás.
Esta riqueza en las propuestas y en los personas promete un desarrollo interesante en la historia, por lo menos en el rato en el que he estado jugando. Además nos obliga a ir cambiando de chip cada 20 minutos, por lo que tenemos que estar haciendo el ejercicio de empatizar cada poco con nuestro personaje para ajustarnos lo mejor posible a su personalidad predefinida (aunque tu luego puedas hacer lo que más te apetezca entre las opciones que te dan).
Lo que más miedo me producía de probar el «Detroit: Become Human» era encontrarme con un juego que fuese una suerte de apretar botones junto a cinemáticas interminables. Y lo peor es que al salir del evento mi sensación no dista mucho de mis primeros temores.
Si bien es cierto que el juego se apoya y se afianza en los quick time event, que se encuentran a cascoporro, éstos al menos parecen algo novedosos, o por lo menos son bastante variados. Usan el giroscopio del mando, los joystick, los botones y los gatillos, así que al menos te hace estar atento porque es fácil equivocarse en su ejecución.
Eso sí, ya veremos si esta mecánica sobre la que se cimienta el juego es suficiente para las varias horas que dura el juego, porque no es lo mismo estar dos horas jugando que 30 (aunque mi apuesta va más porque el juego no llegue ni a las 10 horas de duración).
Lo que vi en la presentación de «Detroit: Become Human» me gustó. Personajes con gráficos fotorrealistas y expresiones humanas, un mundo bien construido y totalmente creíble, un problema futuro bastante probable y un plantamiento interesante.
Los personajes me gustaron mucho y sus historias me hicieron querer saber más sobre ellos y sobre sus aventuras, por lo que el juego ya me tiene predispuesto a querer jugarlo (minipunto para Cage).
Ahora bien, si no acaba siendo una aburrida película interactiva que utiliza los quick time event para dotarle de jugabilidad está por ver, y hasta entonces no sabremos de verdad si Detroit es lo que nos quieren vender. Así que hasta el 25 de mayo, día en el que se lanza el juego, tendremos que esperar para salir de dudas.