Análisis de La Tierra Media: Sombras de Guerra
- 18 octubre, 2017
- Chema Carvajal Sarabia
«La Tierra Media: Sombras de Guerra» hace justicia al vasto y rico mundo de Tolkien gracias a la gran variedad de misiones, regiones, armas y enemigos con los que el jugador se encuentra a lo largo del juego, a lo que se le añade una historia muy entretenida
Monolith, la desarrolladora del título, sorprendió para bien hace tres años cuando lanzó el juego «La Tierra Media: Sombras de Mordor», un título basado en una historia de un montaraz y un elfo que ocurría en el universo de El Señor de los Anillos, concretamente durante la Segundad Edad.
Aquella primera entrega sorprendió con el sistema Némesis, donde los enemigos tenían personalidad propia, y a cada uno se le tenía que vencer de una forma distinta, ya que sus fortalezas y debilidades iban cambiando. Además de esto, cuando acababas con un enemigo otro orco le sustituía en el cargo pasado un tiempo, y si durante un enfrentamiento con un jefe orco morías en sus manos, éste ascendía en la jerarquía ocupando puestos más importantes en el ejército de Sauron.
Todo esto fue muy rompedor y gustó mucho. La innovación, el diseño y la historia gustaron, tanto que se llevó bastante premios, cómo el premio BAFTA al Mejor Diseño de Juego o el Game Award al Mejor Juego de Acción/Aventura, pese a pecar de ser repetitivo y poco variado pasadas las primeras 10 horas de juego.
Reinventando la fórmula
En «La Tierra Media: Sombras de Guerra» los desarrolladores han sabido limar los problemas que presentaba la primera entrega, haciéndolo un juego enorme, lleno de aventuras y donde las misiones son casi infinitas, cosa que se agradece y se ajusta a un mundo tan rico y tan vasto como es el del Señor de los Anillos, uno de los universos fantásticos más importantes de la literatura.
En esta entrega el jugador se encuentra ante 12 ramas de misiones, donde cada una se divide por una temática en particular. Las 6 principales, que son necesarias para pasarte la historia al completo, son las misiones de Gondor, de Ella-Laraña, de Eltariel, de Carnán, de Brûz y los Asedios.
Además de estas seis, que son las que os ocuparán más tiempo y esfuerzo ya que son las principales también están las misiones de Némesis, de La sombra del Pasado, de la Telaraña del Destino, de la Puerta de Ithildin, de los Artefactos Gondonrianos y, por último, los desafíos. Pero de esta misiones son totalmente secundarias y poco aportan a la trama principal.
Esta división en ramas está bien para situar al jugador en el juego y que no se pierda ante tal avalancha de misiones y de historias que se cruzan.
Lo que se nota en esta segunda entrega es que la variedad de misiones, desde matar orcos por placer, a acabar con los caudillos de una región, a tomar fortalezas, e incluso a rememorar los viejos tiempos de Celebrimbor, el espíritu elfo que acompaña a Talion, ayudan a que el juego sea dinámico y divertido casi todo el tiempo.
Además las misiones se van sucediendo unas a otras en distintas regiones del mapa, donde los escenarios cambian de forma radical, y la sensación que tenemos durante todo el rato es de vastedad. Un mundo enorme lleno de tareas por hacer, en el que conseguir mejor equipo y subir de nivel se convierte casi en una misión por sí misma.
Una historia que le cuesta arrancar
La historia de «La Tierra Media: Sombras de Guerra» nos deja a un Talion visitando a Ella-Laraña, la cual tiene retenido a Celebrimbor, instantes después de que los dos protagonistas hubiesen forjado un anillo de poder en el Monte del Destino. Ella-Laraña, adoptando su forma humana, le exige a Talion el anillo de poder a cambio de la libertad del espectro. Éste accede y al hacerlo ve imágenes de un posible futuro en el que el Palantir de Minis Ithil y la misma fortaleza caen en manos del Rey Brujo.
Con este inicio, muy descafeinado (¿cómo captura a Celebrimbor?, ¿acaso Talion con el anillo no es mucho más poderosos que Ella-Laraña? ¿por qué tras liberar a Celebrimbor, Talion no intenta recuperar el anillo directamente?) arranca el juego y es cierto que nos dejó fríos en los primeros compases.
Por fortuna esto se soluciona rápido con la aparición de Idril, hija del comandante gondoriano de Minas Ithil, y Baranor, un capitán de las fuerzas de Gondor que lucha junto a ésta por ganar la batalla contra Sauron y sus huestes. A partir de ese momento la historia se ramifica en varias direcciones y el argumento se ve mejorado gracias a la incursión de nuevos personajes y objetivos.
Un mundo que no es abierto pero que es enorme
El mundo por el que Talion puede dar rienda suelta a sus instintos más sanguinarios es muy grande, pero no es abierto. Las zonas se dividen en regiones como Gorgoroth, Minas Ithil, Cirith Ungol o Seregost, entre otras, y todas son zonas muy grandes, pero a las que hay que ir a través de viajes rápidos.
Esto no es necesariamente malo, ya que cada zona es rica en misiones y muy amplia y nunca tendréis la sensación de estar encerrados en mapas poco imaginativos o agobiantes.
La belleza de los detalles, el cuidado del dibujo y la buena calidad gráfica del título ayuda a que el juego sea también disfrutable desde el punto de vista gráfico. Y es que si ya la primera entrega era un título resultón para la vista, esta segunda entrega ha conseguido sobrepasarla en todos los sentidos.
Personalmente, el cuidado en la reproducción de Minas Ithil y, posteriormente, Minas Morgul, nos ha dejado claro el amor que sienten desde Monolith hacia la obra de Tolkien y hacia las películas de Peter Jackson, ya que la reproducción de esta fortaleza raya la perfección que se ve en las películas y en las ilustraciones de John Howe y Alan Lee.
El Señor de los Anillos sí, pero no tanto
Está claro que «La Tierra Media: Sombras de Guerra» no existiría sin el universo que creó J.R.R. Tolkien el pasado siglo, pero aún así el título se toma tantas licencias por «el bien» de los juegos que, definitivamente, no se puede pensar que la repercusión de estos juegos vaya a tener algún peso en el futuro.
Esto tampoco es un punto negativo, ya que ha permitido hacer a los creadores del juego una trama novedosa y alejada de lo que nos sabemos de memoria, y eso se agradece a la hora de jugar y, seamos sinceros, montar dragones es demasiado divertido como para que el canon nos lo estropee.
A cambio de algunos cambios y de no respetar el lore al pie de la letra, el poder ver a personajes como Sauron, los 9 espectros del anillo, a Ella-Laraña, o lugares como Minas Ithil, Cirith Ungol o Gorgoroth hacen que merezca la pena embarcarse en esta aventura si te apasionaron los libros o las películas de El Señor de los Anillos.
Problemas de relleno y de «pay to win»
«La Tierra Media: Sombras de Guerra» se divide en 4 actos. Los tres primeros son estrictamente de historia, y el cuarto es para desbloquear el final secreto. El problema viene cuando, el final normal del juego, el del acto 3, es tan abierto y ambiguo que a más de un jugador se le pasará que la historia a acabado (a nosotros nos pasó) y seguirá jugando como un loco al cuarto acto, donde tendrá que defender varias fortalezas para terminarlo.
Aquí vienen los grandes problemas del juego y que le quitan cualquier posibilidad de ser un juego de sobresaliente. A ver, una vez termina el acto 3, se nos da paso directamente al acto 4, llamado «Sombras de Guerra», en el que Talion tiene que defender las fortalezas que ha ido conquistando durante el juego. El problema viene cuando no son ni tres ni cuatros las fortificaciones a defender, sino casi 20.
Y os aseguramos que, después de pasaros todo un día al pie del cañón protegiendo vuestros muros y de defender más de 10 fuertes durante horas, el juego acabará con vuestra paciencia y vuestro dinero.
¿Y por qué decimos lo del dinero? Pues porque el juego tiene microtransacciones que, si bien son innecesarias al principio, una vez que los ataques de Sauron a tus fortalezas empiezan a subir de nivel (de forma geométrica además) es casi imposible hacerles frente sin dejarte créditos en el camino, ya sea para comprar nuevos caudillos de más nivel o mejorar las defensas de tus fortalezas.
Nosotros, que hicimos muchas secundarias y que llegamos con un margen muy grande de créditos, en el asalto número 10 ya no nos quedaba nada de dinero y se nos hizo imposible salir victoriosos de combates en los que había más de 100 niveles de diferencia entre ellos y nosotros.
Esto nos ha parecido lo más negativo del juego, ya que llega a arruinar las buenas sensaciones que nos habían dejado los actos 1, 2 y 3, y creemos firmemente que el acto 4 debería haber sido algo pensado sólo para aquellos jugadores que busquen el típico premio Platino por pasarse el juego entero pero que, en ningún caso, debería dar acceso al final bueno.
Conclusiones
«La Tierra Media: Sombras de Guerra» es un título entretenido y divertido. La cantidad de misiones y los tipos y variantes de éstas son casi infinitas y prometen horas y horas de diversión. Las cinemáticas (aunque mejorables) dan mucha información y consiguen meterte en el juego casi como si de una película se tratase.
Además, todo el juego gira sobre los combates, y éstos son divertidos y espectaculares, pudiendo hacer todo tipo de movimientos y ejecuciones, mezcladas con magia y habilidades, que convierten los enfrentamientos en los momentos más entretenidos y más exigentes del juego.
Por desgracia casi todas las buenas sensaciones que recogemos a lo largo de un título de sobresaliente en cuanto a gráficos, historia y escenarios, se ven truncadas con ese final tosco, alargado de forma artificial en el cuarto acto y que en principio sólo tiene un fin: recaudar dinero con las cajas de premios.
Nota: 8
Equipo de pruebas:
Para analizar «La Tierra Media: Sombras de Guerra» hemos utilizado:
- PlayStation 4 Pro / Xbox One S
- Nacon Revolution Pro Controller / Xbox Elite Controller
- LG 47LB 650V (1080p LED IPS)