Análisis de The Final Station y The Only Traitor (DLC)
- 7 julio, 2018
- Sergio Gómez
En 2016 llegó a nuestras casas «The Final Station», casi un año más tarde salió su DLC “The Only Traitor” y, a principios de este año, nos sorprendieron con la versión de Switch
Los desarrolladores rusos (esto es importante y luego vamos a ello) Do My Best Games publicaron el 30 de agosto de 2106 su primer juego comercial, «The Final Station», y este año llega a Switch, acompañando a una marea de indies imprescindibles que han encontrado en la consola de Nintendo una segunda juventud.
Pero, ¿qué ofrece “The Final Station” para destacar entre el catálogo de indies de Switch (y ya que estamos de PC)? Pues eso es a lo que vamos, con uno de mis habituales y tardíos análisis, a desentrañar que es lo que ofrece y que hace de la obra de Do My Best Games algo a tener en cuenta.
Infectados, alienígenas y el traductor de Google
Una de las cosas por las que “The Final Station” llama la atención es su argumento, o la falta de la mitad del mismo. Vamos por el principio, encarnaremos a un maquinista de tren a cargo del único tren que sigue en funcionamiento en medio de la llamada “Segunda visita”, que ocurre 106 años después de la “Primera visita”. Nuestra misión: llevar a nuestro tren y su carga a distintas estaciones para aportar nuestro granito de arena en la preparación de la “Segunda visita”.
Por el camino recorreremos varias estaciones abandonadas en poblaciones repletas de personas infectadas, que ahora han desarrollado unas malsanas tendencia agresivas hacia los no infectados. ¿Tienen relación la aparición de los infectados y la “Segunda visita”? Pues no se sabe, ni queda claro durante todo el juego. Esto se debe a dos cosas: a una decisión consciente por parte de la desarrolladora, y a un trabajo de traducción y localización bastante nefasto.
Ya no solo es que la versión en castellano esté visiblemente hecha con el traductor de Google o similares, es que parece ser que la traducción del ruso al ingles sufre del mismo problema. Lo que viene siendo una mala traducción, de una mala traducción. Ya os podéis imaginar el drama. No es que rompa la experiencia, porque como ya os comento, el argumento es conscientemente críptico. Como parte positiva, esto añade una capa más de «diversión» al juego, que es la de bucear en foros para ver las idas de olla que se les ocurren a los fans del título.
Survival horror + juego de gestión
Mecánicamente hablando, “The Final Station” se divide en dos partes muy diferenciadas. Empecemos con la más interesante, que es además donde pasaremos más tiempo, el Survival Horror. Un survival horror bastante light, pero que tiene todos los componentes del género, véase: combate tosco con cierta sensación de indefensión, armas de fuego pero con munición escasa, objetos de curación limitados y escenarios muy bien trabajados donde buscar recursos y códigos indispensables para seguir nuestro camino.
Esta parte del juego pasa en las distintas estaciones, que ya pueden ser asentamientos pequeñitos, ciudades donde la infección no ha llegado, instalaciones militares, etc. No serán pocas las zonas que visitaremos usando como excusa una serie de barreras convenientemente puestas para obligarnos a parar el tren, bajarnos y explorar.
Explorar en “The Final Station” es, no solo indispensable para seguir el viaje, sino que también lo haremos para descubrir las pequeñas historias de la gente que antes poblaba las zonas ahora arrasadas por la infección. Conseguir el código para continuar se convierte en algo secundario, lo principal es explorar y a esto ayuda mucho el mimo que le han puesto en la recreación de los mapeados. Pongámoslo así, explorar es una experiencia genial por si misma, los combates con los infectados, que pecan quizá de sencillos, son algo accesorio, la chicha está en recorrer las estaciones, descubrir sus historias y a sus supervivientes.
Con los supervivientes llegamos a la segunda parte de las mecánicas, el juego de gestión. Y aquí es donde yo creo que el juego patina muy fuerte. No porque las mecánicas estén mal implementadas, son pequeños minijuegos para mantener el tren en marcha y una pequeña gestión del bienestar de nuestro pasajeros, en forma de salud y hambre. La manera de mantenerlos vivos es gastando comida y botiquines de los que vamos recogiendo de las zonas de exploración.
Esto nos pone en un brete, porque el gasto de comida no nos afecta en sí, pero los botiquines son los mismos que usaremos para curarnos en la exploración. Además será complicado tener recursos para mantener a todos los pasajeros, así que nos veremos en la tesitura de ver a quien dejamos morir. Cosa que se nos hará mas sencilla cuando nos fijemos en las recompensas que nos da cada uno. Desde más dinero para gastar en asentamientos sin infección, a mejoras para las armas, munición, etc.
Pero, ¿por qué digo que el juego patina aquí? Pues porque es, durante estos trayectos entre estación y estación, donde podremos conocer más la historia general del juego, y enterarnos así de lo que está pasando. Los pasajeros hablan entre ellos sobre los sucesos actuales y, de fondo, el paisaje va cambiando según avanzamos. Todo esto nos lo perderemos mientras estamos con los minijuegos de mantenimiento y mientras vamos a buscar comida y medicación para aquellos que lo necesiten. Y es una lastima, porque me estaba dando la sensación de estar perdiéndome algo importante sin que fuera culpa mía.
Bonus Track, “The Only Traitor”
“The Only Traitor” es una continuación de la historia de “The Final Station”. Nos plantamos en la piel de Peter Glenn, uno de los supervivientes de la campaña principal. Cambiamos el tren por un muscle car y, los códigos de bloqueo, por tres ítems a encontrar en las distintas localizaciones: agua, comida y gasolina. En general seguimos el mismo esquema, zonas de exploración y pequeños interludios de viaje entre zona y zona.
Y aquí tenemos una de cal y otra de arena. En la exploración pasamos de unos niveles muy lineales pero bien pensados a otros igualmente interesantes, pero abiertos para explorar a izquierda y derecha. Está nueva apertura en la exploración no esta mal, pero los escenarios parecen un poco menos pensados, creo que la formula original es superior en este aspecto. Aunque, para dar más vidilla a la exploración, se nos introducen nuevos tipos de enemigos que harán de la experiencia algo más exigente (pero no mucho más).
Como parte buena, en este DLC se pierde la parte de gestión en los viajes pudiendo disfrutar del viaje y de las conversaciones que tendrás con los distintos supervivientes a los que podrás recoger por el camino. En general es un buen añadido al juego principal, con una duración más que aceptable (el juego principal ronda las cuatro horas y media y el DLC a mí me ha durado unas dos horas y cuarenta y cinco minutos).
El pixel-art, a medias
A nivel artístico, tanto “The Final Station”, como su DLC cumplen en general, un pixel-art bastante apañado con una banda sonora que te mete en el mundo desolado del juego. La única pega, que el diseño pixelado de edificios, objetos y personajes del juego, choca con unos fondos que parecen dibujos hechos a mano a baja resolución, y a veces quedan genial y otras veces, pues no tanto.
Conclusión
¿Estamos ante el indie del año? Pues no, la oferta es amplia y “The Final Station” se ve superado por joyas como “Hollow Knight”, “Tacoma” u “Olwboy”. Pero es un juego más que decente y yo, por lo menos, lo he disfrutado bastante mientras lo jugaba. Si lo pilláis barato es una compra más que recomendada, una experiencia solo empañada por el minijuego de gestión y una traducción que deja bastante que desear. Tenéis disponibles «The Final Station» y «The Only Traitor» en PC (Steam y GoG entre otros), PS4, Xbox ONE y Switch.
Nota: 6
Equipo de pruebas:
Para llevar pasajeros hasta su destino en “The Final Station” he usado:
- PC (RyZen 1600, RX 470 8GB, 16GB de RAM)
- Steam Controller
- Asus VH228T 1080p