Análisis de Streets of Rage 4, sal a la calle sin remordimientos
- 2 mayo, 2020
- Sergio Gómez
Casi tres décadas desde su nacimiento vuelve la saga que inició en el «yo contra el barrio» a toda una generación, «Streets of Rage 4» llega actualizado pero con toda la esencia de la saga
2020 acaba de empezar y se plantea como un año complejo, tal está siendo la hostia de realidad que nos ha dado la pandemia que las grandes compañías no saben cómo navegar en un río de cancelaciones de eventos y retrasos. Algunos contarán que el apocalipsis se evitó gracias a Nintendo y su «Animal Crossing: New Horizons». Otros, por el contrario, somos más de pensar que hay formas mejores de capear el temporal. Algunos hemos puesto nuestros ojos en el gran competidor de la empresa familiar de Kioto y «Streets of Rage 4» es la última entrega de una de sus sagas más emblemáticas.
Está siendo un año raro de narices, tanto, que ha hecho levantarse a los fantasmas de la gran guerra de consolas. Sega y Nintendo son los protagonistas indiscutibles de lo que va de año, dejando de lado a la futura nueva generación. Hoy, los más veteranos, los que recordamos al “Cerebro de la Bestia” y el “Blast Processing”, podemos decidir si afrontar el confinamiento en una isla aislada o salir a las calles que vieron crecer a una generación. Yo he optado por lo segundo y no hay bayas en el mundo que puedan quitarme la sonrisa de la cara.
Las calles de la ira
Los que me vayáis conociendo sabréis que el “yo contra el barrio” es un género que disfruto bastante, un género que por suerte está viviendo un resurgir dentro del mundo indie, joyas como “Mother Russia Bleeds”, “River City Girls” o “Fight’n Rage” son prueba sobrada de que el beat’em up sigue en plena forma. Es cierto que, como género, vive más encorsetado a sus convenciones que otros más populares, siguiendo atado en mayor o menor medida a ritmos lentos y pesados (para evitar convertirse en un hack’n slash), narrativas pobres y en general a un ambiente que, a más de uno, nos retrotrae a nuestra infancia agarrado a máquinas recreativas de salones arcade o bares de barrio.
No es algo malo, que conste, la ceremonia del té japonesa lleva siglos inmutable y a día de hoy es tan hermosa y evocadora como lo era en sus inicios. Con esto no quiero decir que el “yo contra el barrio” sea un hito cultural, pero sin títulos como “Kung-fu Master”, “Final Fight” o el primer “Streets of Rage” no tendríamos “God of War”, “Bayonetta” ni, probablemente, nada de la saga Souls (yo soy de los que piensa que Dark Souls es un beat’em up mucho antes que un RPG).
Ahora que he tenido mi momento bajo los focos para hablar de mis locuras, vamos a lo que veníamos, salgamos a las calles, no a nuestras calles, unas mejores, cuya enfermedad, el crimen, es una que puede detenerse sin mantener la distancia social. Lizarcube, el estudio detrás del fantástico remake de “Wonder boy – The Dragon’s Trap”, nos trae esta vez una secuela en pleno derecho de una de las sagas más influyentes del mundo del videojuego.
Una saga que, he de confesar, no jugué en su momento, en mi casa no llegó a aterrizar la Megadrive y cuando la emulación me trajo todos esos títulos, las aventuras de Axel, Blaze y Adam quedaron escondidas por títulos como “Cadillacs & Dinnosaurs”, “Knights of the Round” o “The Punisher”. Con esto en mente y antes de la salida de esta cuarta entrega he dado un paseo por las calles de los anteriores títulos. No me malinterpretéis, no es necesario haber jugado a los anteriores para disfrutar de “Streets of Rage 4” cual gato rodeado de hierba gatera. Pero si me ha ayudado a ver cómo, en el estudio francés, hay amor por la saga y un mimo y dedicación en su trabajo como ya quisieran muchas otras compañías.
Volvemos a ponernos en la piel de Axel y Blaze, acompañados esta vez de Cherry Hunter (hija de Adam) y Floyd Iraia. Cuatro héroes a los que se les unirán otros nombres propios de la saga, pero que sirven de sobra para ejemplificar ese amor que siente Lizarcube por la misma. Axel y Blaze se controlan exactamente igual que sus homónimos más de un cuarto de siglo antes, un control que ya entonces era excelente y que se ha actualizado en la forma, pero no en la sustancia. Los golpes, combos y especiales de ambos personajes están recreados frame a frame de una manera exquisita, no es un simple guiño para los más veteranos, es un homenaje en pleno derecho a los creadores originales, un homenaje que se siente bien a los mandos seas veterano o acabes de llegar a la saga.
Por otro lado Cherry y Floyd son las aportaciones del equipo francés. Por desgracia, es muy sencillo que personajes nuevos, más si están incorporados por un estudio distinto, rompan el equilibrio con lo viejo. Por suerte, los parisinos han sabido integrar lo viejo y lo nuevo, dejando que todo brille, dando como resultado un título que merece la pena jugar al menos una vez con cada personaje. Cada uno tiene su estilo de combate, propio y marcado. Desde la contundencia de Axel a la agilidad y velocidad de Cherry (particularmente mi personaje favorito) cada uno de los personajes iniciales (y los trece desbloqueables) se siente diferente, lo suficiente al menos para justificar darle otra vuelta más al título.
A puño limpio
Digo mucho lo de darle varias vueltas a «Streets of rage 4», lo hago porque es una experiencia corta para los estándares actuales. Mi primera vuelta me llevo más o menos tres horas y la segunda (en compañía de un segundo jugador) nos la hicimos en dos horas. Para los tiempos que corren puede parecer muy poco, pero dobla en longitud a sus tres predecesores y es lo suficientemente rejugable como para superar las diez horas en la primera semana de juego. A pesar de sus problemas (que los tiene y ahora vamos a por ellos) lo único que me ha pedido el cuerpo cada vez que he llegado a los créditos ha sido, volver a empezar. Y ni siquiera hace falta, una vez terminas el título, tienes disponible un modo arcade, un modo para darte solo contra los jefes y un versus para medirle el lomo a otros jugadores.
Pero vamos con las malas noticias, voy a empezar con una decisión que no llego a explicarme en los tiempos que corren y que espero algún día cambien. El online del juego funciona realmente mal. Me ha costado encontrar partidas donde no hubiera un lag importante (con fibra óptica de 600 megas simétricos). Además, a pesar de que el juego tiene cooperativo hasta cuatro jugadores, solo es así en modo local, en online nos quedamos con unos tristes dos jugadores, para terminar, no hay crossplay entre plataformas ni entre tiendas, el ejemplo más rocambolesco es que en PC la gente que tenga el juego gracias al Game Pass no puede jugar online con quienes lo tienen en Steam o en GoG. Es absurdo, que el online esté tan a medio cocer ya entrados en 2020 y con una pandemia mundial que nos tiene a todos aislados del resto. Es una cosa que podría arreglarse con parches y que espero, algún día se haga.
Por otro lado, hay dos puntos en el diseño del juego que a mí personalmente no han acabado de gustarme. El primero es la falta de variedad de enemigos, y no, no me refiero a los masillas de turno, me refiero a los jefecillos de mitad de fase, que se repiten bastante en un juego que dura unas tres horas y que no está sujeto a las restricciones de tamaño en el cartucho que sufrieron sus predecesores. Se que puede ser un guiño o sencillamente una manera clásica de hacer las cosas, pero personalmente creo que es injustificable la poca variedad de los mismos.
A esto le sumamos que los jefes finales, aunque a nivel artístico son (como el resto del juego) geniales tanto a nivel visual como sonoro, una vez te metes con ellos en harina son un poco flojos. En palabras sencillas, es más desafiante llegar el jefe de fase que el combate contra el mismo. Y no están mal del todo, pero les falta un empujón para ser memorables a nivel mecánico, es una de las razones por las que el cuerpo me pide reiniciar el modo historia o el arcade antes que irme al Boss rush.
Neones y violines
Se me ha escapado que el arte del juego es de excelente, y he de confesar que era de los que, con las primeras imágenes que se presentaron, pensaba que iba a ser un poco una mierda. Puede que el hecho de que me guste más un buen puñado de pixeles que a un tonto un cucurucho con una bola doble de pistacho, tenga algo que ver con mi primera reacción ante el dibujo estilizado de este «Street of Rage 4». No sabéis como me gusta estar tan profundamente equivocado. El dibujo a mano, los efectos de luces y las animaciones son excelentes en todos los sentidos, te guste más o menos el estilo artístico. Street of Rage 4 es arte en movimiento, tanto es así que los personajes clásicos, que se pueden desbloquear y que no dejan de ser los sprites originales, me parecen un aborto cuando los pones en los nuevos escenarios. No creo que sea algo malo, porque no dejan de ser un desbloqueable que sumará más o menos dependiendo del jugador, pero en ningún caso restan a la experiencia global.
Por otro lado, la banda sonora original es una maravilla digna de estar en la colección de cualquier amante de la música, pero además tiene temas que deberían estudiarse en todos los conservatorios a lo largo del mundo. Y si decía que meter personajes clásicos rompía por completo con estética del título, meter las bandas sonoras del primer y segundo título (la banda sonora del tercer título es una abominación de la que no hablaremos en esta santa casa) es un acierto a todas luces. Particularmente me gusta más la composición musical de «Street of Rage 4», pero el chiptune noventero de las originales ha envejecido extremadamente bien.
Contusiones, Street of Rage 4
La nueva entrega de la saga pese a sus deficiencias es sin duda uno de los juegos del año, uno de los mejores “yo contra el barrio” de la generación y una reivindicación clara de un género que, a pesar de su popularidad en la escena indie, lleva años relegado a un nicho del que las grandes compañías no parecen querer sacarle.
El trabajo de Lizarcube rezuma amor y saber por los cuatro costados y el resultado es un juego imprescindible para los amantes del beat’em up y muy recomendable para el resto de usuarios que desconozcan o no comulguen con el género.
Podéis encontrar “Streets of Rage 4” en PC (Steam, GoG, Microsoft Store, Gamepass), Xbox ONE, PS4 y Switch
Nota: 8
Versión analizada: Steam, clave cedida amablemente por DotEmu
Equipo de pruebas:
Para limpiar las calles de crimen a puño limpio he utilizado:
- PC (Ryzen 3700X, Zotac GTX 1070, 32GB de RAM 3200Mhz CL18)
- Mando Steam Controller y Xbox ONE
- Acer ED242QR A 1080p/144Hz Freesync