Normalmente no empezaría un análisis siendo tan categórico, pero es que «Ruiner» es, sin duda, una de esas pequeñas joyas indies que, como suele ocurrir, son fagocitadas por la miríada de grandes títulos que nos llegan mes a mes. Es por esto (y porque hacía tiempo que lo tenía en mi lista de pendientes) que hoy casi un año después de su lanzamiento os traigo este análisis. Porque nunca es mal momento para hablar de un buen título.
Aquellos que se atrevan a darle una oportunidad a «Ruiner», reconocerán (si son seguidores del ciberpunk más ochentero) influencias de obras como Blader Runner, Ghost in the Shell, Akira e incluso algo de ese futuro alternativo de Marvel y sus series 2099. No por nada en todas estás obras encontramos lugares comunes como el dominio de las megacorporaciones, el aumento de las capacidades humanas mediante el uso de tecnología e implantes, la decadencia de una sociedad cada vez más conformista y un ecosistema al borde del colapso total.
Todo eso está de una manera más o menos explicita atrapado en la esencia de «Ruiner», que nos pone en la piel de “Cachorro”, una marioneta sin voz manejado por otros para que les haga el trabajo sucio. Un ser humano convertido en la herramienta de un titiritero que tendrá que abrirse paso a través de oleadas de enemigos, azuzado por una voz en su cabeza y con la débil promesa de salvar a un ser querido.
Tendremos pues que adentrarnos en las entrañas de la megacorporación “Cielo”, dispuestos a rescatar a nuestro hermano y recobrar nuestro libre albedrío, acabando, si es preciso, con todo el que se nos ponga por delante. Y aquí queridos lectores es donde la cosa se pone interesante.
Si bien es cierto que en el sector indie del videojuego se pueden encontrar muchos títulos que apuestan por un tipo de jugabilidad más centrada en las mecánicas y en las puntuaciones (obras como “Luftrausers” y “Nuclear Throne” por ejemplo) que en la trama o el mensaje, poco pueden presumir de hacerlo tan bien como «Ruiner». He de confesar que me he pasado la historia de «Ruiner» en modo “Normal”, empecé el juego en “Difícil” pero al principio me costó adaptarme a las mecánicas y se me estaba haciendo muy cuesta arriba.
Con todo, no lamento haber bajado la dificultad en el modo historia. Después de terminarla comprendí que la historia solo estaba ahí a modo de tutorial, es cuando revisitas las fases para intentar mejorar las puntuaciones de las mismas, cuando el verdadero juego empieza. No solo por el reto de hacer partidas cada vez más perfectas, si no por el placer de dominar unas mecánicas mucho más profundas de lo que aparentan en un principio.
«Ruiner» es (y quizá debería haber empezado por aquí) un shoot’em up con vista entre cenital e isométrica. A “Cachorro” le acompañaran en todo momento dos armas básicas, un arma blanca para el combate cuerpo a cuerpo y una pistola con munición infinita para el combate a distancia. Yo particularmente decidí jugar mi partida más como si fuera un beat’em up, centrando mi estrategia en golpear cuerpo a cuerpo rapidamente y relegando el uso de las armas de fuego para enemigos grandes o jefes de final de fase. Como os decía, el sistema de combate es extremadamente profundo y versátil.
Además de nuestras dos armas básicas, podremos equiparnos con armas más potentes que iremos encontrando y que se romperán o se quedarán sin munición con el uso. Esto añade otra capa al sistema, porque encontraremos armas con un disparo más rápido, con daño de area, lentas y potentes, con capacidad para aturdir, quemar o congelar y algunas variantes más que os dejaré descubrir por vosotros mismos.
Y para aquellos que quieran más, “Cachorro” puede ganar puntos de experiencia con los que desbloquear habilidades tanto activas como pasivas, desde el uso de un escudo, a una esquiva, tiempo bala, curación, modo berseker, etc. Estas habilidades no solo tienen sus efectos propios, si no que además se pueden combinar con otras para, por ejemplo, convertir dos habilidades defensivas como la esquiva y el escudo, en una habilidad de ataque cuando se usan a la vez.
Una de las genialidades del título es la oportunidad de decidir como afrontamos las fases dejándonos recolocar nuestros puntos de habilidad a nuestro antojo en todo momento. Esto nos da una versatilidad extrema y nos permite una vez más jugar como más nos apetezca, aquí la cosa va de picarse con uno mismo, de superar nuestras puntuaciones y de convertir, como en los mejores arcades, una diversión en un arte, en dominar el juego y sus mecánicas a todos los niveles, convertir la lucha en baile y cada fase en una sinfonía perfecta dirigida al milímetro por nosotros.
«Ruiner» es opresivo, los escenarios están poco iluminados y lo único que se distingue bien es la arena donde luchas y los enemigos que tienes delante. Si a eso le sumamos una banda sonora excelente que no solo te va marcando el ritmo en los combates, si no que, además, sin que te des cuenta te induce a un estado de animo casi alienado, un estado mental donde solo eres una extensión de esos ritmos electrónicos mientras acabas con todo lo que ves. En todo momento el juego te empuja a seguir hacia adelante, como si realmente no tuvieras otra opción que jugar, como si estuvieran trasteando en tu cabeza tanto como en la de “Cachorro”.
Hace unos días Dayo reivindicaba la escena indie como alternativa a la poco arriesgada producción de títulos triple A. Me sumo a esa reivindicación, títulos como «Ruiner» no deben pasar desapercibidos. No será el título más puntero, ni el más ambicioso, ni el más grande, pero es uno de los mejores títulos de su genero de la última década y uno de los mejores juegos de 2017. Si os gustan los juegos arcade y si buscáis un juego con una entrada asequible, pero al que echarle cientos de horas antes de dominarlo, «Ruiner» es vuestro título. La gente de Reikon Games lo ha clavado con un título excelente y no puedo más que esperar con impaciencia para ver su próximo trabajo. Podéis jugar a Ruiner en PC (Steam y GOG), PS4 y Xbox ONE.
Para entrar en la vorágine de destrucción ciberpunk de «Ruiner» hemos utilizado: