Owlboy salió en exclusiva para PC el 1 de noviembre de 2016, siendo uno de los indies más esperados y aclamados de ese año. Ha tenido que pasar más de un año para que podamos disfrutar de esta maravilla indie en las consolas actuales (PS4, Xbox ONE y Switch) y aprovechando que faltan pocos días para su lanzamiento (el 13 de febrero para ser más exactos) os traigo mi opinión sobre la obra de D-Pad Studios y el que, ya os adelanto, me ha parecido uno de los mejores juegos de los últimos años.
Owlboy nos pone en la piel de Otus (un pequeño búho mudo con una habilidad más que sorprendente para meter la pata) y sus amigos, que se verán envueltos en una aventura para salvar su pueblo y el mundo que les rodea del ataque de unos piratas.
Y es en este punto es cuando quiero remarcar la palabra “aventura”, porque Owlboy no es un plataformas de scroll lateral al uso, aquí se nos presenta un mundo entero que recorrer a nuestro antojo, con zonas que parecen bloqueadas al principio y que se irán abriendo paulatinamente gracias a la ayuda de los amigos de Otus.
Estas zonas no solo son importantes para la trama, si no que premian a los más exploradores con cofres con monedas que podremos cambiar por mejoras (como aumentar nuestra vida o el rango de nuestros disparos) en la tienda y que además hacen las veces de coleccionable para los más completistas.
Una cosa importante del diseño de Owlboy es que no abruma, el mundo a pesar de amplio y abierto nunca da la sensación de ser laberíntico (y eso que no contamos con la ayuda de un mapa) y yo he recolectado casi 2000 monedas de las 2500 disponibles sin pararme demasiado a rebuscar.
Pero hablemos de la mecánica central del juego. Otus, como buen búho, puede volar, transportar objetos y golpear cuerpo a cuerpo a los diversos enemigos. Pero por sí solo es incapaz de acometer los desafíos que se le presentan, y por eso va a necesitar amigos (y no digo compañeros, digo amigos), tres carismáticos personajes que no solo aportan sus habilidades únicas al combate y la exploración (mientras son transportados por Otus) sino que se sienten reales, cada uno con su manera de ser, con diálogos y personalidades muy definidas. A mí al menos me han recordado a mis partidas al Chrono Trigger de Super Nintendo y a personajes tan bien construidos como Robo, Lucca y Frog.
Hablemos ahora de la historia porque, aunque no es revolucionaria, hace unas cuantas cosas muy bien. Esta es una aventura más o menos clásica, pero que habla también sobre los horrores de la guerra, sobre como nuestros héroes se sienten sobrepasados por las circunstancias, de sus propias dudas y de cómo les afectan los errores que cometen por el camino.
Y es que es importante remarcar que Otus y compañía no están metidos en este lío por gusto, están porque no hay nadie más dispuesto. Y no solo preferirían estar en otra parte, sino que además no cuentan con el apoyo de las personas que les rodean (aquí, por suerte, no hay adultos responsables que envíen a niños vestidos de verde a salvar el reino).
Pero no penséis que Owlboy es un melodrama, los momentos solemnes se intercalan muy bien con momentos más ligeros y de comedia y lo hacen de manera natural, sin sentirse forzados en ningún momento, logrando un equilibrio magistral durante todo el viaje.
Un viaje que, gracias a su arte, es inolvidable. Gráficamente recuerda una vez más a los mejores años de la Super Nintendo, no solo con una estética pixelada -al más puro estilo de los 16 bits- de las mejores que he visto nunca, sino con un mundo carismático, que se siente vivo, lleno de detalles y matices (solo con las expresiones faciales de los personajes tendría material para hablar durante horas) un lugar donde da gusto perderse y explorar y donde uno se siente como en casa al poco de coger el mando.
Si a todo esto le añadimos una banda sonora espectacular, de esas que te sorprendes tarareando con una sonrisa en la boca mientras vas por la calle, pues nos queda un producto redondo a todas luces.
Habréis notado que no le he puesto pegas a Owlboy, y es que quizá lo peor que se pueda decir de él es que no es un juego especialmente difícil. Pero tampoco es un paseo, apuesta por una dificultad asequible para todo el mundo y creo que le sienta muy bien, porque aquí lo importante son los personajes y el mundo que les rodea. Y es que, con todo y sin ser difícil, el juego nos plantea unas 7-8 horas de aventura, que en ningún momento se sienten alargadas artificialmente o de manera injustificada.
Owlboy no revoluciona el género, ni en la historia ni en las mecánicas, pero todo lo que plantea lo hace muy bien, entregando una aventura excelente y sólida. Desde aquí, no puedo más que recomendar a todo el mundo que le de una oportunidad. Con la salida en unos días del juego en PS4, Xbox ONE y Switch (y estando disponible en PC desde finales de 2016), ya no hay excusas para no jugar a una de las mejores aventuras de 2016 y, en mi opinión, de toda la década.
Para analizar “Owlboy” hemos utilizado: