Análisis de Destiny 2, o cómo reinventar una fórmula mágica
- 3 octubre, 2017
- Angel Lopez Castellanos
Tras las luces y sombras del primer Destiny, la segunda entrega regresa con la difícil tarea de redimir al original. Muchos sufrieron una enorme desilusión cuando el primero llegó al mercado con más carencias que aciertos pero, ¿consigue «Destiny 2» enmendar todos esos errores?
La respuesta es un rotundo sí, y la clave, a grandes rasgos, reside en refinar una fórmula que, aunque peca de sencilla y tiene algunos errores también en esta segunda entrega, es endiabladamente adictiva. Os contamos por qué, una vez dejas entrar «Destiny 2» en tu vida, no hay vuelta atrás.
Las claves de una fórmula no tan secreta
Destiny 2, mucho más que su predecesor, resulta enormemente adictivo. ¿Y cómo lo consigue? Pues la respuesta es muy sencilla. Bungie ha creado una fórmula que funciona, y funciona muy bien. El sistema de tiroteo del título de los creadores de Halo es sublime y demuestra que sus padres llevan en la industria, mucho, mucho tiempo.
Al recorrer los planetas de «Destiny 2», sus asaltos, sus misiones, sentiremos la necesidad imperiosa de matar a todos los enemigos que veamos en pantalla, y eso quiere decir que algo han hecho muy bien. Esto, combinado con el sistema de looteo, un clásico ya de los juegos de Rol Online con los colores de rareza habituales, pero basado en los engramas, como en la primera entrega, nos hará jugar y jugar durante horas para “farmear” el codiciado loot y subir de nivel a nuestro personaje.
Esta vez, el sistema de niveles y Luz bebe directamente de la expansión de la primera entrega, “El Rey de los Poseídos”, por lo que los jugadores veteranos se sentirán como en casa. Para los nuevos, es sencillo: por un lado tenemos el nivel (hasta el 20, y que nos va dando puntos de habilidad al ir progresando para desbloquear nuevas habilidades), y por otro lado, la Luz, el verdadero poder de nuestro personaje y que va de 0 a 350 y determina qué actividades podemos o no hacer.
La mecánica es muy simple al principio, pero según progresemos, y, sobre todo una vez superada la historia, se vuelve altamente complicada al requerir muchas combinaciones posibles para ir progresando. Esto es también un ejemplo brillante de lo que Bungie ha conseguido: un título muy sencillo en su superficie, pero que sabe complicarse lo suficiente para los jugadores que desean exprimir su verdadero potencial.
Un diseño artístico espectacular
La primera entrega dejaba una sensación de vacío, un anhelo brutal en el que te preguntabas: si este diseño de niveles y este universo que Bungie ha creado es tan rico en detalles, tan prometedor… ¿por qué diablos no han aprovechado mejor su universo y diseño artístico? «Destiny 2» corta de raíz con esa premisa y nos ofrece profundidad en el Lore del juego a mansalva, y un diseño de niveles y apartado artístico sobrecogedores.
Cada planeta es único, precioso, lleno de secretos y que a su vez tiene decenas de misiones y actividades que completar. Mención aparte merecen los “sectores perdidos”, niveles escondidos en cada planeta con diseños artísticos muy peculiares y diferentes entre sí y que nos invitan a acabar con pequeños jefes finales para obtener jugosas recompensas.
Descubrirlos resulta altamente gratificante, y muchas veces nos encontraremos explorándolos a fondo por el simple hecho de disfrutar de lo curioso que resulta su diseño, como si quisieran decirnos algo más, como si, bajo la superficie, hubiera algo. Quién sabe lo que guarda Bungie bajo la manga…
La campaña, todo lo que el primero no fue
Si bien en la primera entrega las dos últimas expansiones nos dejaron momentos memorables en el modo Campaña, lo cierto es que, originalmente, esta faceta del título dejaba mucho que desear y es una de las que más críticas recibió. En esta ocasión, estamos ante la noche y el día.
Personajes entrañables, un Cayde-6 que brilla con luz propia con cada uno de sus diálogos y chistes, y, sobre todo, un villano, Ghaul, que interpretado por Luis Tosar es lo mejor del título de lejos y supone el mejor antagonista de la saga hasta la fecha. La campaña funciona a caballo entre un tutorial extenso y una sucesión de misiones que nos mostrarán desde las mecánicas más sencillas hasta las más complejas y avanzadas, pero lo cierto es que funciona muy bien, engancha, es entretenida y desafiante y con mucho gusto la superaremos más de una vez si queremos crearnos varios personajes.
Las cinemáticas, que cuentan además las perspectivas desde cada uno de los bandos (nosotros y Ghaul) están muy elaboradas, y los numerosos personajes secundarios que van incorporándose a la trama resultan lo suficientemente carismáticos como para que nos preocupemos de ayudarles en sus propósitos. Nada que ver con la primera entrega, como decíamos al empezar estas líneas, y aunque no resulta una experiencia excepcional como la de otros títulos del género, sí que se merece una mención más que notable.
Una banda sonora más que memorable
Banda Sonora y doblaje son dos de las facetas que más destacan en el título. Por un lado, la música corre a cargo esta vez de Michael C. Salvatory, que realiza un trabajo sublime. Piezas como “Journey”, que son pura emoción de violín o piano, nos sorprenderán cuando las escuchemos en el juego, e incluso puede que a los más sensibles les saque alguna lágrima, aunque breve, justificada.
En los momentos de máxima acción resulta épica y cálida, y en los momentos más tristes es capaz de tocarnos el alma como pocos artistas han demostrado. Merece la pena que la escuchéis, al menos una vez, fuera del juego, para que apreciéis su calidad.
Por otro lado, el doblaje al castellano es sencillamente perfecto, salvo por algún breve cambio de voces que no entendemos muy bien por qué se da (en algún momento del juego, hay personajes que tienen otro registro vocal de forma abrupta).
También hay oscuridad en la luz
Hasta ahora, hemos destacado prácticamente las virtudes del título, que son muchas. La primera entrega, recién salida del horno, fue un plato demasiado agridulce, y es cierto que esta secuela es todo lo que «Destiny 1» no fue, y por eso es tan fácil sacarle las bondades. Sin embargo, también tiene varios defectos. En primer lugar, la personalización del personaje es muy escasa, ya desde el principio, y el abanico de poderes disponibles resulta algo repetitivo, sobre todo para los jugadores que vienen del primer título, ya que solo se ha incluido una nueva subclase por cada clase. Además, ciertos poderes se han recortado.
También cabe destacar que parece que la progresión en las horas ya avanzadas del juego se ha hecho aún más artificial y farragosa que en la primera entrega, y llegar a los máximos niveles de luz requiere unas cantidades de horas descomunales que muy pocos jugadores van a estar dispuestos a sacrificar. Es más fácil conseguir ahora equipamiento de alto nivel y engramas excepcionales, sí, pero también es mucho más difícil ascender en los niveles de Luz y conseguir equipamiento con más numeración del que ya tenemos.
Finalmente, se han incluido micro-pagos, decisión que, aunque sólo afecta de manera estética (solo podemos comprar artículos cosméticos para nuestro personaje), ha generado una enorme polémica entre los jugadores del título. También cabe destacar que, pese a que el diseño artístico del título es sensacional, gráficamente apenas ha habido mejoría con respecto a la primera entrega. Es cierto que, debido a la paleta de colores y saturación que utiliza el shooter de Bungie, el apartado gráfico aparenta ser mucho más de lo que es, pero aquí debemos darle un tirón de orejas a los padres de Halo por pecar de ser demasiado continuistas.
Conclusión
La frase anterior es, en esencia, el resumen del espíritu del juego. Estamos ante un título adictivo, muy bien hecho y que se ha ganado por méritos propios un podio entre los mejores de este año. Sin embargo, en la magia de Destiny 2 reside también su maldición. Requiere muchas horas. A quién esté dispuesto a dárselas, lo pasará como un crío y tendrá para dar y recibir durante dos o tres años más, como ocurrió con la primera entrega.
Sin embargo, a los jugadores menos pacientes o que no dispongan de tanto tiempo para dedicarle al título, seguramente les va a resultar algo lento, tedioso en ocasiones, y sobre todo bastante frustrante en su recta final por la inversión de tiempo que requiere para subir a los niveles más altos de luz.
Es una navaja de doble filo que cada uno debe valorar, pero lo cierto es que la fórmula de Destiny funciona, y funciona cada vez mejor. Prueba de ello es el creciente número de personas que, cada vez más, dejan de lado su vida social para invertir cientos (y miles) de horas por lo mucho que merece la pena hacerlo, lo divertido y adictivo que es el juego, y, sobre todo, lo bien que saben hacer las cosas en Bungie.
Nota: 9
Equipo de pruebas:
Para analizar “Destiny 2” hemos utilizado:
- PlayStation 4 Pro
- Dualshock 4
- TV Samsung 1080p LED IPS