El desarrollo de «Little Nightmares» fue algo muy común dentro de su género: lleno de dudas e incógnitas. Tal y como buen juego indie que es, sus años de creación sufrieron de fuertes turbulencias en las que se manejaban más interrogantes que afirmaciones. Pero, como algunos cuentos buenos, tuvo final feliz.
Al principio fue un título desarrollado para PlayStation 4 en exclusiva por los estudios Tarsier Studios, quienes le pusieron el nombre «Hunger». Después se lanzó, en 2015, un trailer del juego. Y después no se supo nada, hasta que llegó Bandai Namco, en agosto de 2016, y anunció un acuerdo de publicación mundial con la desarolladora para lanzarlo como juego multiplataforma (para PS4, Xbox One y PC) bajo el nombre, ya definitivo, de «Little Nightmares».
El juego, que salió el pasado 28 de abril de 2017, ha cosechado hasta ahora una buena acogida tanto por parte de la crítica como del público, por su novedosa e interesante trama, rodeada de misterio y toques de terror infantil.
A nosotros, el juego nos ha parecido una válida y buena forma de contar un cuento tenebroso del que, si fuésemos niños, no nos dejaría dormir en semanas. La música, los enemigos a esquivar y los escenarios actúan como un todo consiguiendo ponernos en una incómoda tensión fruto del miedo a llevarnos un buen susto (cosa que hará en repetidas ocasiones).
El juego cuenta la historia de una pequeña niña, llamada Six, que viste un chubasquero amarillo y que porta un pequeña vela (su única herramienta/arma) y que se encuentra atrapada en un misterioso barco, infectado por unos desagradables gusanos -que podrán acabar con vosotros si no sois rápidos- y tripulado por unas horribles criaturas obesas, monstruosas y deformes, de quienes tendremos que huir o escondernos.
El juego es una larga misión en la que los elementos de los títulos de plataformas saben integrarse bien con la historia, revelando poco a poco nuevas mecánicas y distintas formas de interacción con el entorno, en forma de abrir puertas, llamar ascensores y activar montacargas.
«Little Nightmares» sobresale en el apartado artístico, con un diseño de niveles precioso y estudiado, donde cada elemento suele tener más de una función (sobre todo la de escondernos o escapar). El dibujado, junto a la paleta de colores apagados, consigue transmitir a nivel sensorial la decadencia y el misticismo que sufre dicho barco y sus habitantes.
Saltar, trepar, esconderse, encender velas (para ahuyentar a los gusanos o guardar partida), y accionar interruptores son las mecánicas que tenemos que dominar si queremos salir vivos de esta pesadilla o aventura.
Los creadores del juego pretendían traer los terrores de la infancia a un videojuego, para que los adultos no olvidásemos lo terrorífico que pueden resultar las pesadillas por muy absurdas y por muchos obesos monstruosos que pueblen nuestro subconsciente una vez entramos en el estado de vigilia.
El juego, una vez avanzada la trama, y sin ánimo de hacer spoilers para aquellos que se animen a disfrutarlo una vez leído este análisis, se plantea como una crítica a una sociedad cada vez más deshumanizada en la que nuestros deseos y vicios acaban por corromper hasta a los más puros de espíritu.
Para nosotros, «Little Nightmares» ha supuesto una buena apuesta más – junto a «Limbo», «Unravel», «Ori And The Blind Forest» y otros- de este nuevo mercado de títulos independientes que están convirtiéndose en protagonistas por méritos propios de los últimos años dentro del catálogo de «juegos imperdibles».
Si bien peca de sencillo en cuanto a dificultad (y relativamente corto ya que dura unas 3 horas), el juego es todo un candidato a formar parte de ese pequeño número de títulos que hay que jugar antes de acabar el año.
Para analizar “Inside” hemos utilizado: