Sigue la lluvia de battle royale y, aunque la cosa empieza a dar miedito -al menos en PC- los grandes desarrolladores despuntan con sus propuestas (menos Cliffy B, que el pobre sólo destaca en pegársela muy fuerte). “Dying Light: Bad Blood”, una de esas propuestas que destacan en la marea de clones de PUBG y compañía, viene de la mano de los creadores del juego de zombis más ágil de la generación, Techland.
Antes de continuar, recordaros que “Dying Light: Bad Blood” se encuentra en el programa de acceso anticipado de Steam (Early Access) y que es susceptible de ser ampliado, mejorado o empeorado, en definitiva, que puede cambiar de manera más o menos sensible de aquí a que el juego final salga la venta. Aclarada esta cuestión, vamos al tema.
No pocos son los títulos que, aprovechando la moda, han aparecido copiando casi, literalmente, las reglas y mecánicas que puso de moda PUBG hace poco más de año y medio. Desde Techland han decido desmarcarse con una aproximación algo distinta al ya habitual todos contra todos en una isla enorme y noventa y nueve enemigos a batir. En “Dying Light: Bad Blood” la cosa cambia bastante, pero no tanto como para hacernos sentir incómodos.
Vamos con los puntos comunes, porque “Dying Light: Bad Blood” sigue siendo un battle royale y las bases se mantienen. Empiezas sin nada y tendrás que recolectar equipo y armamento para conseguir sobrevivir a los demás jugadores. Hasta aquí todo correcto, pero desde el equipo de desarrollo polaco han optado por dar un acercamiento singular a la idea.
Primero de todo hablemos de números, la experiencia en “Dying Light: Bad Blood” está más contenida y lo primero que vamos a notar es que las partidas son bastante más rápidas, durando 10 minutos de media si sobrevives hasta el final.
Tener partidas tan rápidas viene de la mano de un mapa bastante más pequeño y, por lo tanto, un número bastante más reducido de jugadores que los de la competencia. Seréis 12 los afortunados que os partiréis las caras en cada ronda, dejando claro que esto no es una copia más de Fornite y compañía. Además, y para que la fiesta no pare, el combate será principalmente con armas cuerpo a cuerpo. Sí que habrá armas a distancia y de fuego, pero estarán más contadas que los pelos de mi flequillo (soy calvo) y la munición será igual de escasa.
Contaremos, eso sí, con múltiples añadidos en forma de mejoras de armamento, explosivos, armas arrojadizas, objetos de curación y de protección, que harán algo más llevadera nuestra tarea de sobrevivir. Pero no penséis que las armas y accesorios van a sobrarnos, porque “Dying Light” es un juego de zombis y “Dying Light: Bad Blood” sigue con esa misma idea en mente.
Además de tener que lidiar con los demás jugadores, deberemos hacernos cargo de grupos de zombis poco amistosos que estarán custodiando colmenas, de las cuales deberemos extraer sangre infectada con la que subir de nivel. Ganando así más fuerza y resistencia (indispensables para el combate contra el resto de jugadores) hasta el nivel cinco, momento en el cual podremos ser evacuados en helicóptero y ganar la partida.
Las colmenas se dividen entre pequeñas, medianas y grandes. Cuanto más grandes, más muestras de sangre conseguimos y antes subimos de nivel, pero estarán custodiadas por zombis más peligrosos que pondrán a prueba nuestra habilidad y nos obligarán a usar todos nuestros recursos. Esta mecánica elimina en gran parte la estrategia de quedarse esperando a que se maten los demás metido en una esquina o, como decimos en esta santa casa, haciendo la rata.
Recapitulemos, tenemos a doce jugadores, en un espacio relativamente pequeño y con la necesidad imperiosa de moverse constantemente para conseguir las preciadas muestras de sangre (ya sea recolectando colmenas o robándoselas al resto de jugadores) con las que subir de nivel y ser evacuados. Estos ingredientes imprimen ritmo frenético a un género que, en líneas generales, es mucho más pausado el noventa por ciento del tiempo. Esto elimina en gran parte -no sabría decir si de forma consciente- esa tensión típica del battle royale, dando lugar a partidas mucho más arcade.
Una de las señas de identidad del primer Dying Light es, sin duda alguna, el sistema de parkour, que por suerte sigue intacto en esta nueva interacción de la saga de zombis. No solo es que este bien implementado, es que da cientos de posibilidades a la hora de moverse por el escenario, tender emboscadas, enfrentarse a zombis y buscar suministros.
En contrapartida, el sistema de combate es bastante deficiente y, aunque funciona muy bien contra los zombis, que reaccionan a los golpes de manera realista y natural, contra el resto de jugadores la cosa empeora. Golpear a otro jugador, es en la mayoría de los casos, como golpear un árbol, sin que haya una reacción visible aparente. No solo saca de la inmersión, si no que además la falta de información puede hacer que el que recibe los golpes reaccione demasiado tarde y muera.
A nivel artístico, “Dying Light: Bad Blood” recicla todo lo que puede del juego madre cosa que, particularmente, no me molesta en exceso. Más que nada porque Dying Light es uno de los mundos abiertos y uno de los juegos de temática apocalíptica más bonitos jamás creados.
Cada zona del mapa está llena de detalles, vegetación y partículas flotando en el aire. Diría que en parte por eso viene la decisión de acotar el espacio y el número de jugadores para el battle royale, ya que el mapeado está lleno de lugares donde perderse y, si la escala fuera mayor, la cosa podría descarrilar rápidamente en partidas más aburridas de lo necesario.
Destacar también que, como en el «Dying Light» original, el motor de juego tiene un problema grave a la hora de lidiar con el antialiasing, desmereciendo el conjunto final al presentar una cantidad más que notable de dientes de sierra en 1080p (aquellos que juguéis a más resolución, no tendréis que lidiar con este problema en particular).
Como decía al principio, esto es un juego sin terminar, pero por el momento la cosa pinta bien. El ritmo rápido de las partidas y el combate cuerpo a cuerpo dan, a “Dying Light: Bad Blood”, ese toque diferenciador que necesita cualquier nuevo battle royale para destacar entre la amplia oferta de Steam.
Pero como todo Early tiene su riesgo y habrá que ver como progresa el trabajo de Techland y qué contenido se le añade al título, porque por mucho que ahora no lo parezca, un único mapa y un único modo de juego (aquí no hay forma de cooperar con amigos) pueden hacerse repetitivos a medio/largo plazo.
Por mi parte aquí termino, por el momento, queda en vuestra mano decidir si queréis apostar por “Dying Light: Bad Blood” tal y como está ahora mismo. Solo me queda añadir que, al menos en mi equipo, el juego funciona bien sin crasheos extraños y que encontrar partida es bastante rápido.
Podéis encontrar “Dying Light: Bad Blood” (que puede jugarse sin tener el primer Dying Light) en PC (Steam).
Para hacer parkour entre zombies y gentes de mal en “Dying Light: Bad Blood” vivir hemos utilizado: