Análisis del State of Decay 2, buenas ideas que no acaban de brillar
- 17 mayo, 2018
- Chema Carvajal Sarabia
La secuela del juego de supervivencia zombi «State of Decay 2» llega a Xbox y Windows 10 con un mapa aún más grande, más misiones y un modo multijugador, pero que puede no convencer a todo el mundo
En 2013 el estudio Undead Labs sorprendió al mundo con su juego «State of Decay» para Xbox 360. Este juego presentaba una propuesta muy atractiva por aquel entonces debido a que estábamos en plena vorágine zombi, y todo lo que nos sacaban de esta temática era devorado y consumido con alegría y ansia, a partes iguales.
El juego gustó bastante, sobre todo porque, sin ser un triple A, se atrevía con una propuesta valiente y bastante bien llevada, además de tener un apartado gráfico casi a la altura de muchos juegos de gran presupuesto de la época final de la pasada generación (el juego salió en junio y a final de ese año salían tanto Xbox One como PS4).
Pues bien, no fue ninguna sorpresa que desde Microsoft quisieran seguir apoyando a esta nueva IP (el juego es exclusivo de Xbox) por lo que el anuncio de que saldría para One el «State of Decay 2» no pilló a nadie desprevenido. Aun así alegró, sobre todo por la situación en la que está Microsoft en esta generación, con apenas exclusivos.
Y toda esta introducción nos trae a este momento, el de la verdad. Y es que llevo varios días jugando y os voy a contar qué me ha parecido este «State of Decay 2». Por cierto, para los más despistados, el juego sale el día 22 de mayo de este año, así que si la Store de Xbox no os deja comprarlo es que aún no ha salido.
Otro apocalipsis zombi
Puede ser que muchos de vosotros estéis hartos de ver siempre la misma historia. Y, si ese es vuestro caso, «State of Decay 2» lo mismo os acaba por quemar. Y es que la historia es la de siempre. Aparecemos, después de elegir entre unos pocos personajes (siempre en parejas, y variadas en cuanto a sexo y raza, bien por Undead Labs por hacer los juegos más inclusivos y reales) debido a que no hay editor, apareceremos en un lugar indeterminado de EEUU -siempre es Estados Unidos- 18 meses después de que una plaga brutal de zombis acabara con la humanidad, o casi, ya que quedamos unos cuantos.
Esto es lo menos novedoso que hemos visto en el género, pero también es verdad que en este género la historia suele ser una excusa para meternos en la piel de supervivientes que deben intentar no sucumbir ante la plaga zombi, así que tampoco se lo podemos echar en cara, no demasiado al menos.
Después de una breve introducción, donde morderán y contagiarán con la enfermedad «plaga de sangre», que es una mutación más violenta del virus zombi, encontraremos a una militar y a un médico con el que huiremos para buscar un lugar seguro donde curar a nuestro compañero. Y es aquí donde empieza el verdadero juego.
Esto está bien, ya que el prólogo es corto, dejándote libre casi desde el primer momento. Esto es una declaración de intenciones muy clara, y es que el juego quiere darte libertad, quiere que el jugador sea el que se busque la vida.
Un mundo abierto cuidado y lleno de acción
Una vez que nos quedamos liberados de las ataduras del prólogo, nos encontraremos en mitad de un mapa bastante grande, que representa una zona residencial, con hospitales, casitas de urbanización, gasolineras y demás lugares. Si lo miras con perspectiva es bastante irreal que haya lugares así, con tantos tipos de edificios en pocos kilómetros cuadrados, pero se le perdona ya que es un juego de recursos y hay que recoger suministros.
El juego se divide en tres grandes mapas, los cuales vamos visitando conforme avanza la historia, y cada vez que dejamos uno perdemos lo que teníamos en ese mapa. Pero, ¿qué perdemos? A ver, toca explicar de qué va el juego realmente, ya que el fin es sobrevivir, pero el cómo no lo hemos explicado.
El mundo en el que estamos está lleno de zombis y de gente. Nuestra misión es ir liberando casas y edificios, hacerlos seguros y reclamarlos. Es decir, la gracia es que vayamos exterminando a los zombis para ir conquistando las cosas que tenemos alrededor, para así tener los máximos puntos seguros, lugares donde poder estar alojados sin miedo a ser mordidos y donde vamos creando material y equipo.
Aquí el mundo abierto hace bien su trabajo, ya que está hasta arriba de lugares que explorar, de vehículos, y de misiones, algo que está muy logrado y que consigue que no te aburras. Tu Walkie Talkie no deja de sonar cada pocos minutos con gente pidiéndote ayuda u ofreciéndote misiones que hacer. «Recoge medicinas», o «salva a esta gente que está atrapada», o «ayúdame a conseguir algo del hospital que está infectado de zombis», etc.
Las misiones, los lugares que visitar y explorar y el looteo consiguen que no te aburras en casi ningún momento, si bien las misiones no consiguen un nivel de profundidad digna de mencionar. Al final lo haces por rutina.
Recursos y construcción de bases
El juego tiene una mecánica que, para los amantes de pegar tiros en el apocalipsis zombi y ya, puede parecer algo engorrosa y liosa. Al principio cuesta hacerse con la mecánica del juego, y es que consta de muchas cosas y el nivel de profundidad es bastante elevado de primeras. A mí me costó más de cinco horas pillar de verdad el juego y dudo que a día de hoy haya descubierto todo el potencial de la construcción y los recursos.
Aquí entramos en materia, que ya era hora. «State of Decay 2» gira alrededor de las bases, de la construcción y de los recursos. En las bases es donde hacemos la vida, y es donde los jugadores tienen que hacerse fuertes, descansar y crear equipo. Esto se hace, primero, liberando un edificio (casa, chalet, hospital, etc), y reclamándolo como nuestro (que cuesta puntos del juego). Una vez que nos hacemos con uno, trasladamos a nuestro grupo allí y ya nos dedicamos a la construcción y a la gestión de recursos.
Para construir necesitas recursos, y para hacer cualquier cosa también. Así que nuestra labor es ir a pie o en coche (no olvidéis que hay que conseguir latas de combustible o el coche no se mueve) e ir consiguiendo mochilas con los recursos que queremos. Estos van desde recursos médicos, a comida, munición y varios más. Esto es clave, y sin ellos no podremos hacer practicamente nada.
Cuando de verdad dominas y disfrutas del juego es cuando empiezas a hacerte con esta mecánica de looteo, gestión y construcción, y vas creando un lugar seguro y eficiente en el que aguantar las oleadas zombis mientras buscas sobrevivir un día más. O lo que es lo mismo, un día menos para intentar acabar con la plaga de sangre.
El multijugador deja que desear
Aquí voy a ser breve, ya que tampoco da para extenderse mucho. El multijugador de este «State of Decay 2» es sólo un añadido, y dudo que convenza a nadie, porque no está cuidado como creo que debería estar, ya que no invita a la cooperación a no ser que juegues con un amigo.
Aquí funciona con un jugador, que es el que hace de host (el que hospeda la partida) al que se le pueden unir hasta tres jugadores más, para acabar siendo una patrulla de cuatro. El problema es que el único que puede tomar decisiones, elegir misiones o lootear lo más importante es el que hospeda.
Los compañeros tan sólo están para ayudar o echar una mano, nada más. Es más, si un visitante se aleja un poco del jugador que hace de host, el juego lo teletransporta directamente a éste para que sigan juntos en la misión.
Mi experiencia desde que empecé a jugar al multijugador es que, o bien juegas con amigos a los que quieres y aprecias, o meterte a jugar con otras personas es casi perder el tiempo, tiempo que podrías dedicar a mejorar tu base y conseguir más recursos.
Apartado gráfico
Si habéis visto vídeos del primer juego, apenas veréis diferencias en esta segunda parte. Y es que «State of Decay 2» no es una revolución gráfica, sino sólo una mejora, cosa que tampoco se le puede achacar al no ser un juego triple A, pero creo que este apartado se podía haber cuidado más.
Quitando algunos escenarios bien cuidados artísticamente, con casas bien bonitas y con jardines muy reales, por la disposición del mobiliario o la representación de algunas gasolineras o tiendas, el juego es muy mediocre por lo general. Ni siquiera jugando a 1440p en calidad gráfica Ultra, se llega a vislumbrar un juego bonito. Modelados de la pasada generación y punteros pixelados le quitan mucho encanto al título, y nos dejan ver sus costuras.
A nivel de iluminación si podemos decir algo bueno, y es que la paleta de colores anaranjados y marrones, todo con tonos apagados, consigue transmitir la sensación de estar en un lugar de decadencia y descomposición.
Conclusiones
El juego es entretenido y está lleno de misiones y eventos que consiguen que el jugador no se aburra. Por el contrario, no llega a ofrecer una verdadera sensación de agobio hasta pasado demasiados dias (en el juego), algo que hará que algunos jugadores dejen de jugar antes de descubrir el verdadero potencial del juego.
Los mapas son grandes, los personajes variados y las misiones te consiguen llevar de un lugar a otro sin parecer giros forzados de guion. Todo esto está muy conseguido y se agradece, sobre todo si eres de disfrutar de juegos llenos de contenido y de cosas que hacer.
Por el contrario, el pobre multijugador unido a un apartado gráfico que no es digno de esta generación (ni siquiera a maxima calidad en PC consigue impresionar) hacen que no podamos olvidarnos de que es un juego de precio reducido y que está lejos de ser un triple A.
No es una mala propuesta, no es aburrido, pero los errores que arrastra no consiguen hacer de este «State of Decay 2» ese juego que trajese a Xbox a la escena en este mes de mayo, necesitan algo más, aunque estas propuestas sean valientes, como es el caso.
Nota: 7,5
Equipo de pruebas:
Para analizar “State of Decay 2” hemos utilizado:
- PC (RyZen 1700X, GTX 1080 Ti 11 Gb, 16 Gb DDR4)
- Xbox Elite Controller
- HP OMEN 35″